Becky…
Te miro dormir y me complace. Te dejo dormir porque no me gusta
llamar a nadie cuando duerme, me parece de mal gusto. Al fin te despiertas y
parsimoniosa te estiras cuanto puedes. Me encanta esa expresión tuya cuando te
estiras. Me maravilla tu capacidad de elongación.
Vienes a mí, te rozas conmigo y comienzas a
alejarte a pesar de que ahora si te llamo: ¡Rebeca! ¡Becky! ¡Ven!
Tú igual te alejas a pasos lentos, con ese
andar tuyo que yo no sabría describir.
Y yo insisto: ¡Rebeca! ¡Becky! ¡Ven!
Apenas tengo tiempo para ver cómo te acercas
a la ventana y saltas… hacia el
jardín.
Y me digo: los gatos son una cosa seria…