La niña y la adulta.
Con el pasar del tiempo
me fué acorralando.
Éramos dos,
ella y yo.
La misma.
sóilo que ella era más jóve,
más fuerte,
valiete.
yo era más vieja,
más débil,
cobarde aunque experimentada.
Y,en mi saber,
entendí que Cristo vive en cada uno de nosotros.
Y Él me fortalece.
El mío es sabio.
La sapiencia es poder y fuerza.
Soy mejor que ella.
Sé que puedo.
le asesté una pedrada.
¿Qué pasa?
algo tibio entra a mis ojos,
viene desde la frente.
Duele.
Me duermo.
Ya no seremos dos,
seremos la misma.
Sin miedo y sin máscaras,
con libertad.