La hija de Adam Hawk

La hija de Adam Hawk

En una de las pocas casas que aún tenían las luces encendidas se encontraba esta niña de 10 años, que, a pesar de la hora, seguía despierta. Sus ojos estaban centrados en la televisión, aunque su mente estaba en otro lado. Esta era una escena que se repetía frecuentemente, pues está niña acostumbraba a esperar a su padre, el cual pasaba largas horas fuera de casa. Su padre era un reconocido investigador dentro de aquella ciudad. No había pista que se le escapara. Sin embargo, a pesar de que ella se sentía orgullosa de él, no podía evitar sentirse triste por el poco tiempo que apenas y podían compartir juntos. Aburrida, la pequeña apago la televisión para después dirigirse a la cocina. Sin ganas, se sentó en una silla solo para después observar con desaliento aquel pastel que se encontraba en el centro de la mesa. Un pastel de dos pisos, colores llamativos y un diseño infantil. Además, estaba esta tarjeta, la cual se encontraba a un lado del que parecía ser un delicioso pastel. “Emma” decía la tarjeta. Este, era el nombre de la niña, la cual solo deseaba un poco más de tiempo con su padre. Con desdicha, sujeto una pequeña vela roja, para después cerrar sus ojos con fuerza y desear con todo su corazón que aquel deseo se cumpliera al fin. La vela se apagó apenas soplo con un poco de fuerza. Emma se rehusaba a ir a dormir sin ver a su padre. Fue entonces cuando una idea, que a su parecer era brillante se le vino a la cabeza. Rápidamente fue hacia la oficina de su padre, la cual casi siempre estaba cerrada. Temerosa, se adentró en la oficina, y tal y como esperaba estaba hecha un desastre. Algo muy común viniendo de su padre. Cuidadosamente, Emma se acercó al escritorio, encontrándose con montones de papeles desparramados. Sin prestar demasiada atención, tomó un par de papeles, los cuales guardo apresuradamente en uno de sus bolsillos. Seguido de eso salió de la oficina y fue directo a su habitación. Estando ahora más calmada, se dispuso a leer los papeles que había llevado consigo. Trataban sobre uno de los tantos casos recientes de los que su padre estaba a cargo. Este en particular parecía complicado. Trataba sobre un hombre que era el principal sospechoso en varios crímenes que se habían suscitado recientemente. Desgraciadamente, aún no habían podido capturarlo. Principalmente se caracterizaba por llevar a cabo crímenes en callejones poco concurridos, todo eso durante la noche. Parecía la oportunidad perfecta, o eso pensó la pequeña sin tener en cuenta los riesgos que conllevaría hacer algo así. Emma esperaba algún día ser mucho mejor que su padre, pues así él no tendría necesidad de trabajar nunca más. Las deducciones de Emma eran buenas, pero aún había inconsistencias que hacían que hubiera una gran brecha entre ella y su padre. La pequeña dio un último vistazo a su casa antes de salir y comenzar su investigación. Su plan era muy simple, y básicamente consistía en encontrar a aquel temido criminal. Desgraciadamente no tenía idea de por dónde comenzar, por lo decidió que lo más fácil sería juntar los testimonios de varias personas que se mencionaban en los papeles que había tomado de la oficina de su padre. La noche era la única cómplice de la tontería que pronto metería en serios problemas a la pequeña Emma.

Casi del otro lado de la ciudad se encontraba este hombre. Parecía estar sumamente apurado por algo. Movía sus dedos a través del teclado a una velocidad formidable. El sentimiento de culpa era evidente en su mirada. Le había fallado a su hija de nuevo en un día tan importante como ese. Sin embargo, por más que quisiera irse de ahí no podía, pues estaba en el momento más crucial de su más reciente caso. Según sus, deducciones, hoy actuaría de nuevo aquel criminal que les había causado tantos dolores de cabeza. Paso el día entero puliendo su plan, el cual ya había sido notificado a los demás oficiales. Todos estaban a la espera del mapa que marcaba los posibles lugares donde el haría su próximo ataque. Aunque había algo que no lograba entender. El caso no era muy complicado, al contrario, fue fácil entender su modus operandi, lo que no entendía era eso mismo, pues viendo el modo en el que llevo a cabo sus otros crímenes dejaba en claro ser alguien realmente experimental en lo que a crímenes se refiere. No había huellas, los supuestos testigos ni siquiera tenían un testimonio sólido, todo parecía haber estado meticulosamente planeado. No había pistas por ningún lado. Y, aun así, aquel hombre había decidido usar un modus operandi tan arcaico como ese. Uno que era fácil de analizar y deducir. Suspiro pesadamente intentando aclarar un poco su mente. –Quizá solo estoy suponiendo de más. – dijo en voz baja para sí mismo. Eso era lo que le parecía más razonable en ese momento. Aunque muy pronto se daría cuenta de que estaba totalmente equivocado. Sin darle más vueltas al asunto, finalmente termino de organizar el plan que había tenido en mente. Así que, sin perder más tiempo, el padre de Emma fue directo a la oficina del inspector, el cual se encontraba sentado en su escritorio a la espera de la estrategia que Hawk había trazado. Se sentó en la silla que se encontraba frente al escritorio, para después entregar su portafolio y fijar su mirada en el inspector. –Tardaste menos de lo esperado Hawk, típico de ti. – espeto el inspector con un leve tono de burla. Por otro lado, Hawk solo rodeaba los ojos un tanto fastidiado. A veces se preguntaba si él era demasiado inteligente o si en realidad todos ahí eran unos flojos. Suspiro intentando dejar de lado aquel absurdo pensamiento. –Eres libre de irte cuando quieras Hawk, pero si decides quedarte, tu equipo estará esperándote en el cuartel. – agrego finalmente el inspector para después salir de la oficina, dejando a un hombre confundido preguntándose qué era lo que debía a hacer. Le había prometido a su hija que estaría con ella para celebrar su cumpleaños, pero su sentido del deber le decía que lo correcto sería detener a ese hombre que solo se la pasaba causando infortunios. –Lo siento mucho Emma.- susurro lleno de remordimiento, pues de nuevo rompería una promesa.

A escasos kilómetros se encontraba el centro de la ciudad donde esta niña corría de un lado al otro en busca de respuestas. Había preguntado por todos lados si alguien sabía algo sobre aquel hombre, pero desgraciadamente nadie sabía nada más que rumores. A pesar de ello, su gran sonrisa no se borraba de su rostro, pues su determinación era mayor que cualquier otra cosa en aquel momento. Fue así como decidió seguir en su búsqueda yendo hacia uno de los tantos callejones de la ciudad. La niña estaba más concentrada en sus pensamientos que en el camino, por lo que accidentalmente choco con alguien. Todas sus cosas terminaron desparramadas por todos lados, al igual que ella, que había terminado en el suelo debido al choque. Por otro lado, la otra persona no parecía inmutarse siquiera un poco. Rápidamente recogió sus cosas, para después levantarse y disculparse con aquel hombre. Intento averiguar de quien se trataba, sin embargo, la oscuridad de la joche le complicaba un poco las cosas. La situación le parecía sumamente extraña, aunque no era algo que le importara demasiado, por lo que siguió con lo suyo, o eso pretendía hasta que pensó que sería buena idea preguntarle si él conocía al hombre que buscaba. –Disculpe señor, ¿Usted ha visto a este hombre por aquí antes? – pregunto inocentemente. – ¿Qué haces buscando a alguien como él? – pregunto el hombre con una voz ronca que causo un poco de escalofríos en la pequeña, algo que erróneamente decidió ignorar, ya que tomando en cuenta la respuesta del hombre, parecía que este sabía algo de él. –Mi papa es un gran investigador y sé que no tendría problemas en encontrarlo, pero esta vez quiero ayudarlo. – admitió finalmente la niña con cierto tono e vergüenza. El hombre parecía estar meditando algo, aunque al igual que antes, no dijo palabra alguna. Por alguna razón, Emma pensó que sería buena idea unirse a él y así buscar al criminal juntos. El hombre no se negó en cuanto Emma se lo pregunto. Bueno, de hecho, no dijo nada, por lo que tomo su silencio como una respuesta afirmativa. Fue entonces como así, los dos se adentraron al lugar más oscuro de la ciudadela en busca del criminal. Caminaron por un rato sin tener éxito alguno, algo que poco a poco empezaba a desanimar a la pequeña Emma. Por otro lado. no había dicho palabra alguna en todo aquel trayecto, aunque eso no le importo en lo más mínimo a la pequeña. En eso, una voz se hizo presente al otro lado del callejón que en ese momento recorrían, algo que llamo la atención de ambos, especialmente de Emma, pues le parecía una voz bastante familiar. Cautelosamente, los dos se acercaron hasta encontrarse con nada más y nada menos que el padre de Emma. La niña suspiro de alivio al descubrir que se trataba de él. Esta se adelantó un par de pasos frente a su acompañante, acercándose un poco a su padre, el cual apenas y se había percatado de la presencia de su hija. –Mira papa, mi amigo y yo estamos buscando al criminal. – dijo orgullosa de su Azaña. Sin embargo, su padre parecía estar prestando más atención al hombre que estaba con su hija. Sus manos comenzaron a temblar levemente al darse cuenta de quien se trataba. –Emma, ven aquí ahora mismo. – se apresuró a decir su padre con un nudo en su garganta. Desgraciadamente, el hombre fue más rápido, pues no habían pasado ni dos segundos cuando aquel hombre tomó con fuerza el pequeño brazo de la niña, algo que la confundió un poco. No paso mucho tiempo hasta que Emma finalmente se percató de lo que pasaba. Todo este tiempo había estado con el criminal que tanto buscaba. Fue entonces cuando un miedo desmesurado se hizo presente. Algo que se hizo más que evidente en su expresión. Trato de zafarse desesperadamente, algo que fue en vano, ya que aquel hombre era fácilmente más fuerte que ella. –Tu hija ha crecido mucho desde la última vez que nos vimos. – hablo finalmente el ahora reconocido criminal. – ¿Me recuerdas Adam? – preguntó con una leve rabia. Por otro lado, el padre de Emma estaba demasiado preocupado como para siquiera pensar en una respuesta. – Tú me quitaste 10 años de mi vida. Pero ahora yo te quitaré 10 de la tuya. -. Los dos adultos siguieron discutiendo ente ellos. Fue entonces cuando Emma aprovecho la distracción para morder la mano del hombre lo suficientemente fuerte como para que este la soltara. Inmediatamente ella se acercó a su padre. Adam pareció recuperar el aliento en cuanto abrazo a su hija. Por otra parte, los oficiales reaccionaron lo suficientemente rápido como para no dejar que el criminal alcanzará a reaccionar. Finalmente lograron llevarlo a la patrulla a pesar de sus esfuerzos por escapar. El padre de Emma se sentía sumamente culpable, pues todo esto era producto de su ausencia. Emma no se quedaba atrás, ya que al final todo esto fue por su culpa, o eso era lo que ella pensaba. Al final los dos comprendieron que todo había sido culpa de ambos. Pero no era algo que no se pudiera solucionar. Después de un par de discusiones acordaron aprovechar mas el poco tiempo que tenían para compartir. Sin duda, esta experiencia aparte de ser algo sumamente peligroso, les dejo una profunda lección de vida.




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