A TI, POR ESTAR AHÍ
Cuando el dolor me azotaba
el alma,
cruzando la línea
de lo insoportable,
invisibles descargas
paralizaban mi habla,
cuando el lenguaje
se volvía indescifrable,
provocando ese hondo caos
que nublaba mi razón.
Tu infinita paciencia
apaciguaba mi rabia
mitigando el desazón.
Tus manos entre las mías,
como un bálsamo calmaban
todas las iras.
Y arropada por tu amor,
en el lecho de todas las ternuras,
pude así sobrellevar; aquellas
emociones duras.