El amigo invisible

sa_1557954843El amigo invisible

El amigo invisible

Diegus era un niño
a quien le encantaba el verano, como a todos sus amigos, dejaban de ir a clase,
iban a la playa, a la piscina, y no tenían deberes.

Pero a Diegus lo
que más le gustaba del final de curso era los regalos que iba a recibir.

Todos los años sus
amigos y el organizaban su peculiar “amigo invisible”, que consistía en
obsequiar durante diez días con pequeños regalos a quien te tocaba en un  sorteo. El último día, todos se reunían y
llevaban consigo un regalo de mayor valor, y trataban de adivinar quién había
sido su amigo invisible por los pequeños regalos que habían recibido.

Este año, Diegus
tenía planeado hacer lo que hacia todos los años tocase quien le tocase: Dar
cinco postales playeras compradas en el supermercado, cuatro piruletas del
quiosco de la esquina y alguna prenda de vestir que le encargaría a su madre como
regalo final.

Rápido y simple.

Todo esto era
básicamente porque no le gustaba romperse la cabeza pensando en regalos que le
podrían gustar a la otra persona, lo único que a él le importaba era los que
iba a recibir.

Había llegado el último
dia de clase, y con él, el día del sorteo que tanto esperaba. Estaba emocionado,
no tanto por saber a quién le daría los obsequios, eso no le importaba, su
emoción era por saber cuál de las personas que estaban ahí, le daría diez
regalos a él.

Se ilusionaba
pensando en lo que podrían ser. Así que, como todos los años, cuando metió la
mano en la saquito de tela, donde habían depositado los nombres de todos y
descubrió que le tocaba ser amigo invisible de Mario, un compañero de su clase,
no le dio mucha importancia.

Al día siguiente
se despertó emocionado por ver lo que encontraría en su buzón. Su mente pensaba
en mini bicicletas, una caja llena de dulces, dinero en efectivo, el juguete de
moda…pero se desilusionó mucho cuando vio en su buzón una tarjeta que solo
decía “Feliz verano”.

Los días
siguientes no fueron diferentes, al contrario, cada dia se desilusionaba más,
porque de hecho, todo lo que recibía era muy similar a lo que él ponía en el
buzón de Mario.

Cuando llego el
día del regalo final, todos se reunieron en el salón de su casa, tenían cara de
felicidad por los regalos anteriores, excepto dos personas: Diegus y Mario.

El primero que
tenía que adivinar quien había sido su amigo invisible era Mario.

—Amigo invisible
es Diegus —dijo desmotivado y triste, pues los regalos que había recibido eran
muy superficiales y para nada pensados en él.

—Si soy yo, lo
adivinaste —dijo Diegus.

Ahora le tocaba a
él adivinar quién le había hecho esos regalos tan superficiales y que para nada
iban con él.

—Bueno, me toca
adivinar a mí, y la verdad no tengo ni idea de quién puede ser mi amigo
invisible, ya que este ha sido el peor de todos los años. Los regalos no me han
gustado para nada. Todos han sido muy simples y aburridos.

Marta, que era una chica lista, se levantó y le
dijo:

—Yo he sido tu amigo
invisible de este año Diegus, y el motivo por el cual escogí esos regalos para
ti es porque yo recibí lo mismo de ti el año pasado, y eso me puso muy triste y
desilusionada —dijo Marta, que sacó un gran regalo de su mochila, y se lo dio—
solo quería que aprendieras que tienes que pensar en los demás y no solo en lo
que vas a recibir.

Diegus se emocionó
mucho porque cuando abrió el regalo resulto que era el juguete que todos los de
su clase quería, pero al ver la cara de desilusión de Mario, fue hasta él y le
dijo:

—Creo que tú te
mereces esto, ya que nunca me detuve a pensar en lo que te gustaría recibir.

La cara de Mario
se iluminó de inmediato, y Diegus tuvo una sensación de bienestar que lo puso
muy feliz.

En ese momento
descubrió que te sientes mucho mejor cuando regalas algo que cuando lo recibes.

 




  • 0 Comentarios

    Dejar una respuesta

    Contacto

    info@scriboeditorial.com
    666 47 92 74

    Envío
    o de las

    Inicia Sesión

    o    

    ¿Ha olvidado sus datos?