Eres…

Eres…

Eres el silencio que me duele,
la respuesta que no
llega,
la voz profunda que
me hiere el alma,
los ojos intensos
que no quiero mirar,
la presencia
masculina que me pone torpe,
la persona que
extraño pero que no me quiero topar..

Eres el
destinatario de mis soliloquios.

Eres aquel que
conoce mi vulnerabilidad
y frente a quien me
debo proteger; aquel cuya presencia anhelo y rehúyo,
aquel que
completamente estéril en mi vida es.
Eres el ruido que
llena mi mente y ocupa mi tiempo,
en especial cuando
mi vientre se prepara para florecer.
Eres la ausencia
que profundo me fastidia 
y la doble viñeta
de visto que me hace lentamente arder.

Extraño la
sensación de ser escuchada con interés.
Extraño la libertad
de ser yo misma y estar cómoda siéndolo frente a alguien más.
Y definitivamente
extraño lo bonito que en mí hacía tu brotar.

Me duele que
ignores mis sentimientos, 
que te quedes
callado cuando más necesito que me expliques tu mundo
¿Acaso no merezco
ni una pizca de sincero aprecio desde tu puesto?

Me duele que me duela.
Me frustra que me
duela.
Me incomoda que me
duela.
Me entristece que
me duela…
…y que el dolor
dure tantos días.

Quiero recordarte
bonito,
sonreír con
sinceridad al verte,
y estar en paz con el universo al mirarte a los ojos.
Quiero sentir que
le mostré lo más bonito de mí
a alguien que
verdaderamente merecía conocerlo.
Quiero confirmar
que mereces ser parte de mi jardín secreto
donde guardo mis
tesoros y mis recuerdos más amados.

Ven, dime sin demora
cuál es la verdad
que en tu corazón mora
y déjame descubrir
si existe en mí
una verdad similar
o cercana en esencia y matiz.




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