UNA NAVE ESPACIAL ESPECTACULAR
Un día mi maestra llegó muy entusiasmada, quería probar algo diferente y nos dijo:
– Mientras vemos la clase el día de hoy vamos a viajar en una nave espacial, la cual surcará el cielo y llegará al espacio sideral.
Todos emocionados, nos sentamos derechitos, quizás lo más derecho que nunca nos habíamos sentado, ya que nos encantaba esparramarnos en el asiento de manera inadecuada.
– Abróchense los cinturones, dijo, de manera muy sería.
Todos, haciendo alarde de nuestro puesto, abrochamos con fuerza imaginaria el cinturón.
– En pocos minutos, despegaremos de la pista, debemos estar atentos y quietecitos.
Seguíamos con atención las instrucciones de la aeromoza escolar.
– Pronto estaremos volando hacia el cielo azul de nuestro hermoso país.
Cada uno, haciendo alarde de su imaginación se inclinaba hacia atrás para simular que subíamos al firmamento en nuestra nave espacial.
– Vean por su ventana, como se ven los carros y las casas chiquititas.
Fijábamos la vista al piso, imaginando que las manchas del granito eran las casitas y los carritos, sonreíamos felices, ¡ya estábamos volando!
– Poco a poco volaremos por el cielo y llegaremos al espacio, donde observaremos las estrellas y el hermoso sol, del sistema solar.
– En este momento, se pueden parar, pero para hacerlo, deben solicitar permiso de la aeromosa, la cual le indicará apretar el botón para que se abra el cinturón de seguridad y así pasear por dentro de la nave, aunque se sugiere quedarse sentaditos mientras transcurre el vuelo.
Pedro, fue el primero: – Maestra aeromoza, quiero ir al baño.
La maestra muy seria le dijo: – aprieta el botón azul y ve con cuidado.
Pedro lo hizo y salió como pisando aire, por los corredizos del salón hacia el baño.
Durante la mañana, la maestra con paciencia, llamaba a su escritorio a cada uno para reforzar la lectura, indicándole de manera muy elegante el proceso para abrir su cinturón, así como también daba los permisos para sacar puntas e ir al sanitario.
Todos felices, disfrutábamos el vuelo, tranquilos desde su puesto, sin molestar como regularmente lo hacíamos cada día.
La maestra logró ese día mantenernos quietos, haciendo actividades propias del 1er grado.
A media mañana, nos dijo: – Ya estamos en el espacio, sin ven por su ventana, verán que todo está oscuro y quieto. Esperaremos que aparezca el sol. Continúen trabajando.
Emocionados, veíamos la oscuridad espacial maravillados.
Casi al final de la jornada, manifestó: – Miren por su ventanilla, verán como se ve el sol y los planetas.
– En pocos minutos volveremos a tierra, prepárense para aterrizar.
Simulamos el aterrizaje e inclusive aplaudimos cuando dijo que habíamos llegado a la pista.
Al sonar el timbre de la salida dijo: – Toquen todos su botón y salgan por el pasillo central sin correr.
Elegantemente salimos de la nave, con nuestras mochilas y bolsos, felices por haber realizado tan espectacular viaje, inclusive comentábamos lo bello que era Martes y Plutón y lo radiante del sol.
La maestra se percató que Martha no se movía. Preocupada le dijo: Martha, ya puedes salir.
Martha con cara de preocupación le dijo: – ¡No puedo maestra! – ¡el cinturón se dañó!