Mi deseo de ser Amado
I
Es tan superfluo, es tan superficial, es un “tan”, tan apasionado que no sé cómo expresarlo.
Amo la complejidad, anhelo con extremas fuerzas ser un culturizado por las letras, por las filosofías de otros tiempos, por las pinturas de otros hombres, por las interpretaciones de otras mujeres, quiero que se adentre tanto en lo subcutáneo de mi ser que traspase todo lo que he sido, soy y alguna vez seré, para así hacerme renacer.
Y aun así aquí estoy, excitado de endorfinas por la idea de que ella o ella o aquella me complazca con su seno, con su sexo, con todo lo material y carnal que se pueda desear.
Quién diría que alguien tan teórico podría alterarse tanto por la práctica y lo empírico, ¡Diablos, cómo las deseo! y sé tú él que me perdone por querer con tanta ansia la multiplicidad, lo siento pero en estos momentos la monogamia simplemente no me va.
Si ya sabes de qué hablo, de ese tan criticado, de ese tan ignorado del polis del amar, quién diría que algo así me saldría tan natural, la biología me consume pero ridículamente a la vez me llena la etérea idea de solo entregar mi sentir.
Pero la ironía no se escapa de mi realidad, a la par que mi haber se eleva con tales ideas, me lleva así mi deseo por la idea de una dualidad, ahora es la poligamia la que no me va.
Ahora quiero consumar una construcción tan mutua, tan interna, que sólo nosotros dos seamos capaces de engendrar.
Pregúntame el por qué, pero no te sabré responder, quiero hacerme entender pero ni yo sé del todo que he de querer.
Hay una sola cosa que con toda certeza sí sé, y esa es que con extrañeza y acusándome de locura muchos me habrán de ver, porque ciertamente no sé del todo entender esta divergencia de mi ser, pero aun así la libero con todo el arte que soy capaz, y eso es sencillamente por mi deseo de amar.
II
Con respecto a lo que ofrecí, a todo eso que puedo dar, es tanto así que las palabras se me quedan cortas, y no por ser supremo o por ser divino, sino más bien por todo lo contrario, es algo tan humano, tan real que hasta tus sentimientos los podrás palpar, así es, tanto así se exaltarán.
Te lo digo con sencillez, te querré tanto como un niño quiere a una flor, pero en vez de arrancarte de la tierra, te llevaré agua cada día y te ayudaré a crecer.
Tus pétalos los guardaré como cartas de tu puño, tu aroma lo embotellaré en mi mente como Jean-Baptiste, en la fotosíntesis yo seré tanto el sol, dióxido de carbono y H2O y tú serás la empoderada de las sabias, brutas y concentradas. Así nos transformarás a mí y todo lo que soy en oxígeno ligero y lleno de vida y mucho más.
También te lo digo complejo, lo abstracto se rebosará de las creaciones que tú, musa, inspiras. Las conceptualizaciones cambiarán, las ideas se transformarán de tal manera que las vocales se reivindicarán como música y las consonantes traspasarán las barreras de letras en libros y en su magnificencia se colmarán de manera tal que el placer auditivo te hará sangrar y aun así desearemos más y más.
Te lo diré cómo yo quiera por que el que sabe cómo te ama soy yo, y así tú a la vez me lo expresarás como te plazca, porque al final tanto tú como yo sí que confiamos, nuestras palabras no son sólo oraciones o elogios, son realidad y respeto, porque dime tú a dónde demonios vamos para una relación o congregación sin esos tres elementos.
III
Aquí y ahora, eterna y eterno, efímeros como el viento…
¡Basta!
Jamás será suficiente, y así será como moriremos, no nos alcanzará este mundo, este terreno, así que trascenderemos y aún si hay algo más o sólo se apaga la luz y no existe obscuridad, nos amaremos.
Una promesa muy elevada, no sé si seremos un tú y yo o si en verdad seremos en toda la pluralidad de la palabra, así que vayamos despacio para poder hallarnos.
Pero sí, muerte al final, porqué ella es el destino al que todo perenne se ciñe, aun así, a pesar de esto, la ligereza de aquello, habernos encontrado fue lo mejor que pudimos haber hecho.
Y si por algo les pido yo perdón es porque este deseo es tan grande que me ha hecho escribirte, escribirles esto, ya lo decía bien el ser de los rulos aquellos “no es soberbia, es amor” por eso nos disgregamos.
Ahora en este éxtasis póstumo, sólo acabaré en la serenidad, porque he cumplido las palabras que alguna vez profesé, pues ahora ya con toda confianza lo sé y me creo merecedor de él, tanto así como entregué el “te amaré”, así que ámame, no como yo a ti o a él, sino más bien como tú lo sepas hacer, que así yo te entenderé y te querré, y finalmente acabaremos por en conjunto ser.