Y la amé
Y la amé, como nunca nadie ha amado en el mundo; como nunca nadie amara; como nunca nadie…
Solo después de amarla, la odie y me odié por amarla y por odiarla. No sé si la amé más de lo que la odié o la odié más de lo que la amé; pero la amé con tanta intensidad que odiarla se me hizo tan sencillo…
La tuve y la sentí tan ajena que nunca fue mía, más el amor que compartimos fue tan grande que no podía compararse con nada: “comparar es limitar”. Oscar Wilde.
Tan intenso era este sentimiento que estaba dentro de mí, que solamente después de matarla me sentí casi tranquilo, casi bien, casi satisfecho; solo me faltaba una cosa, vengar su muerte e inmediatamente… lo hice.