DÁNICA.
Giran y se retuercen en una blanca pared.
Las delgadas manecillas de un antiguo reloj.
Me habla de lo preciso y vivido de la vida.
Me informa de lo que pasa y atraviesa un viejo engrane.
Pero todo se mantiene congelado para mí.
Ella no está aquí…
Satúralo, Dánica. Satúralo.
Ese momento en el infierno blanco.
Destrúyelas, Dánica. Destrúyelas.
Las suaves paredes que sofocan mi real apariencia.
Hazlo, y me podre ir.
Alucinaciones, sombras e infinito tiempo.
Topo pasa sin pena y miedo.
Alimentados por mi propia idea.
Cuando es preferible un alma descarnada.
Un lapso detenido y volverlo todo a iniciar.
Cuando ella este aquí…
Ábrelo, Dánica, ábrelo.
Ese agujero por el cual decidí morir.
Aún hay palabras punzantes
Y un seco corazón aun palpitante.
Mírame, Dánica, mírame.
Trata de romper mi silencio.
Hacer callar las cadenas.
Y secar los limpios grilletes.
Esta no es mi prisión.
Ámame ahora, Dánica.
Hazlo y termina.
Y me podre abandonar.
Hazlo. Y me podre ir.
Z.S. ADLER (Salvador Zavala Aguilar)
México 31 de Enero de 2016.
Derechos Reservados de Autor.
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