Sensaciones

Sensaciones

Capítulo 1: Sensaciones en el tiempo

Hace tiempo, cuando las horas caían jóvenes sobre mi piel supe lo que significaba sentir. Tener sensaciones, dejarse llevar por el vaivén de los sentidos en un horizonte de vibraciones. No fueron directas, se acercaron en forma de mujer, de madre. Ella abrazó un mundo oscuro, tal vez porque no hubo luz suficiente por entonces…no lo sé. Estas palabras están arrugadas ya, han recibido mucho cariño, también incomprensión, tal vez no supe conectar con ella…mamá… No supe ver bien lo que hacías por mí a diario.

Se pliegan estas chispas de sentidos a esta confesión, breve pero intensa, la única manera de contarme y contar a los demás, quién fui y cómo soy ahora. Las sensaciones tienen algo de peculiar: son fragmentos, fugacidad que se eleva al aire del ambiente formando con una especie de aura que atrae recuerdos…todavía los tengo, cuando me reclino cerca de la silla donde estuve con ella, mirando cómo se apagaba la última hoja de otoño bajo sus pies.

Tal vez hoy me sienta lo suficientemente valiente como para mostrar mis sensaciones pasadas, en forma de palabras. Dejar que mi memoria vuelva a recorrer esos pasillos por los que no puedo pasear ya…Hay figuras que solo son sombras, pero se quedan en la puerta. Las sigo viendo, están conmigo. Hoy mi suspiro se hace visible, por esa luz que, intermitente, mantuvo la esperanza en mi corazón. Por esa claridad que reconozco ahora, en mis ojos, que fueron acariciados por tu mirada de lucha constante. Por cada detalle que hiciste especial para mí, abrazándome cuando no entendía por qué no podía ser como tú.
Por esa imagen de una mujer que sueño que se quede a evaporar mis pesadillas de tristeza. Por ese trueno que es mi voz hoy, siguiendo a ese relámpago que sigues siendo tú, intentando escuchar todavía lo que tu luz conoce.

Por esas Sensaciones en el Tiempo que se quedan, esperando a volver.

Gracias, mamá.

Cristina

 

Capítulo 2: Tiempo de Sensaciones

Hola, tesoro:

Hace tiempo que no escribo para saber cómo está mi nieta…he pasado junto a tu abuelo días largos, mi vida. Me ha costado reponerme un poco, pero ahora, ya estoy mejor. En tu carta me decías que habías empezado el colegio. Estoy orgullosa de ti. Espero que te vaya bien, siempre has sido buena chica. Mi corazón supo que ibas a estar preparada para empezar bien este curso. No lo pierdas de vista, ¿vale?

Te quiere.

Tu abuela.

Hola, abuela:

Han pasado semanas en el cole y va todo bien…diría que genial. Pero hoy era día de tu carta y no me ha llegado. Supongo que estos días de fiesta son caóticos para todos. Me siento estupendamente aunque mi madre me diga que salga. No me apetece, sin más. Ya sé que es fiesta y que lo normal es salir pero...ella sale pero a veces.
Abu, ¿tú me entiendes, no? Es muy pesada. ¿Siempre ha sido así? Espero que no… Vale… la quiero, pero es que ughhh… a veces me cabrea mucho… no… No sé… será mi edad, abu. Igual soy yo la rarita. No quiero que te aburras más. Te quiero mucho, abuela.

P.D: Hoy ha sido el cumple de nuestro perro. Ha cumplido 8 años.

Cristina

Hola, tesoro:

No te escribí porque sencillamente  no pude. Mi vida, las fuerzas no me han llegado. Estoy en el hospital, con palabras y lágrimas. Llorando por tu abuelo. Ha tenido otro accidente con el tractor.

Estaba lloviendo, cogió el tractor para llevar fardos de paja a un vecino, y se salió de la carretera… dios… no quiero imaginármelo… volcó el tractor y chocó con un árbol cercano. Tesoro, no está muy bien. Me han dicho que tiene contusión cerebral pero está estable. Tu abuelo es muy fuerte y saldrá de ésta… lo que pasa es que es cabezota, como lo era tu madre también. Intenta no pensar en esto. Anímate, ¿vale? No quiero verte llorar.

P.D: Tu abuelo te envía un abrazo y yo muchos besos.

Te quiere.

Tu abuela

Hola Abuela:

Ya ha pasado una semana. Me siento triste pero lo peor fue recibir la carta. Fue muy duro. Mi madre lloró durante horas. La escuché desde mi cuarto. No tuve ganas de nada. Intenté dormir…pero quería estar ahí, a vuestro lado. Abrazarle y que me sonriera. Sé que no puedo. Solo puedo esperar. Así que intento no pensar mucho en ello.

Hoy hemos ido a pasear mi madre, Theo y yo para despejarnos. Me ha soltado sermón de por qué no salgo si sale hasta ella. No soy como ella. No soy tan luchadora como ella.

P.D: Hacía tiempo que no salíamos juntas, no ha estado mal.

          Cristina

Hola tesoro:

Me alegro por vosotras dos. Ya era hora de que respirarais aire juntas. Cristina, cariño, no digas eso. ¿Qué no eres luchadora como ella? Si yo te contara…las personas cambian, mi vida. Cada una es especial porque es una historia personal.  Tenemos voluntad para guiarla en una dirección,  de lo contrario, nos sobrevienen los cambios que no queremos. Tal vez eso le pasara a tu madre. Voy a contarte lo que le pasó cuando tenía 15 años. ¿Quieres saberlo? Ella me lo contó después de que sucediera…

P.D: Te envío las cartas que me mandó por aquel entonces. Guárdalas bien, ¿vale? Te quiere.

Tu abuela

Mamá:

¿Qué tal en tu nuevo trabajo? ¿Cómo te sienta madrugar? Hoy verano ha caído con mucha fuerza. Su calor se ha vuelto insoportable. He mirado desde mi pequeña ventana. He pensado “El sol está a punto de derretir mis ojos, qué asco”. Ayer fui con las amigas a bañarme cerca del río Cuego. Tenía unas ganas terribles de ir, llevábamos planeándolo ya meses.

La verdad, no entiendo por qué te envío esta carta, el tío Flabio me ha “sugerido” que te escribiera. Como si eso solucionara el hecho de que no estés a mi lado. Odio estar así. Mis amigas dicen que algún día viajaremos ahí. Ya sé que es pronto pero viajaré…ah, y compraré un perro para que nos haga compañía.

Siento que quiero experimentar más cosas, mis amigas han viajado, conocido personas, han visto mundo… ¿y yo? No puedo salir. El tío Fablio hace lo que puede. No le culpo. Pero mis ganas siguen ahí…

P.D: Lidia me ha retado a tirarme de cabeza al río y no me he podido resistir. Un poco de miedo, eso sí, pero la sensación es insuperable.

Silvia

Ma…má:

Necesito que vengas… hoy hemos.. .he… no sé… estoy en el hospital…me han llevado en ambulancia. El doctor me escribe esta carta. Te necesito, mamá. Sé que no puedes estar aquí…Dios… ¿por qué existe distancia entre nosotras dos?

No han pasado más que unas horas. He despertado al doctor para que me escribiera. Tengo tanta rabia por mí…por no hacerte caso. Por ser culpable de cómo estoy… Mamá, quiero poder evitar estos lloros de niña estúpida… Dios, ¿por qué fui tan tonta? ¿Acaso no veo el peligro? Me avisaste, lo hiciste… lo siento mucho.

La madrugada es oscura. Me siento sola, escuchando pasos desconocidos, voces extrañas. Rezo desesperadamente en alto… el doctor me pide paciencia… no puedo.. .estoy llorando… me siento frustrada… si no hubiera aceptado. Mamá, he sido estúpida… no debí… me arrepiento. Espero tener fuerzas para seguir. Si estuvieras aquí…

P.D: Su hija ha sufrido pérdida de visión total. Ha estado expuesta a productos químicos de manera prolongada. Le hemos preguntado, ha sido un acto voluntario. Le mantendremos informada sobre la situación de su hija. Lo siento mucho.

Atentamente

Dr. Karil

Mamá:

Quiero salir de aquí ya, no aguanto más. Odio este lugar, los rincones, todo es desconocido ahora. No quiero sufrir más. No quiero luchar, no puedo. Me siento cansada…me siento confundida todo el rato. No consigo relajarme. Siento que el mundo se me derrumba. Mamá, te necesito aquí, tus abrazos, tu sonrisa tranquilizadora, tu “Hija, ¿no ves lo que te ha pasado? no más locuras ¿me lo prometes?”. No quiero escribir más. Voy a intentar dormir, solo eso… mamá… te quiero.

Silvia

Mamá:

Han pasado semanas, adaptarme me cuesta. A veces lloro pero consigo reponerme. He empezado rehabilitación. Me siento rara todavía, no llego a entender esto que me pasa pero bueno, ahora mi vida es así. Gracias por esos ánimos en tu carta. Me ayudan a seguir adelante. El tío Flabio me visita siempre que puede. Me siento bien, de veras. El Dr. Karil me recomienda que siga como hasta ahora. Lo intento todo lo que puedo.

P.D: Me ha encantado que me enviaras esa foto que nos sacamos en el prado de las colinas del pueblo. La llevo siempre conmigo. Estoy aprendiendo “el idioma de mi mundo”. Así lo llama el doctor.

Silvia

Mamá:

Esta es mi última carta. Me dan el alta hoy mismo. Voy a volar a donde tú estás. Tengo muchas ganas de verte. Flabio ha conseguido ahorrar dinero. He tenido tiempo de… pensar… y, bueno, me he dado cuenta que he llevado tiempo frustrándome por mi pasado, por querer cambiarlo. Me he equivocado tanto… puedo aprender y que sea lección, o frustrarme para siempre y que sea incapaz de seguir. He elegido la primera. Ya estoy en marcha. He decidido luchar con mi circunstancia, que te sientas orgullosa de mí. Ser ciega no es un problema, es mi perspectiva del mundo. Mamá, lo siento si te fallé… ahora todo será distinto, te lo prometo.

Silvia

Capítulo 3: Sensaciones de la Vida

Esas fueron las últimas palabras de una hija que, luchando, contó sus arrebatos vitales.  Esa hija se hizo madre y cuidó bien de que aprendiera lo que significaba luchar. Mi madre tuvo sensaciones contradictorias…las llevó consigo durante su juventud, y cuando formó una familia, luchó por mí siempre. Salía a la calle con Theo. Ella entendió que la vida era lucha, enfrentarse a su circunstancia. Lo acabó consiguiendo. Estoy feliz de cómo se convirtió en la mujer que yo he querido ser siempre.

La vida de cada uno pasa por diferentes sensaciones. Son como etapas: intensas cuando se viven pero fugaces cuando se ven extendidas en el tiempo. Mi madre me ayudó a entender que son nuestra sombra, nos dicen algo de cómo somos, cómo nos sentimos. Cuando algo en la vida nos afecta mucho, nos llega a nuestro interior, la sombra se alarga, la sensación es más fuerte. Algo nos ha tocado de verdad: felicidad, amor, amistad, muerte.

La vida no está hecha de razones, sino de sensaciones. Ellas nos motivan,  nos hacen reaccionar, recordar algo del pasado que sentíamos olvidado, o algo nuevo que nos resulta extraño, o sentirse abrumado de felicidad sin explicación alguna.

………………..

Me quedan pocas sensaciones, recuerdo escalofríos en mi piel. Mis manos se sienten cansadas, trazan su último suspiro sobre el papel.
Mis labios supieron reconocer el tiempo, saboreándolo, tal vez tarde… La hoja de otoño de este año cae, la ventana está abierta: un olor de hojas me viene: cortina de árboles con nuestros pasos, los tuyos y los míos, mamá.

Abuela, yo era tu tesoro…hoy, guardo tus recuerdos en mi corazón, en ese olor de cariño que me enviabas desde Colombia… vi mi llave desde que pude estar contigo, y los últimos días de abrazos y suspiros. El amor a la vida, siempre fue tu llave, ¿verdad, abu? Siempre me lo recordaste.

Mi corazón sigue abierto, seguís aquí… mis ojos se han cerrado ya.

«Sensaciones, vibraciones de la piel hacia un mismo horizonte: el corazón»

Cristina




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