Vivo o muerto
-¡Juan, dame otra cerveza!
-Ok. ¿Cuántas son? – contestó él
-La ronda completa.
-¡Yo no quiero! – Dice Mary
-Entonces son 8
-Ahí van.
Estábamos tomando ese sábado desde muy temprano y ya era bastante tarde: comimos, bebimos, bailamos, gozamos… sobre todo gozamos. No había ningún motivo especial, solo lo hacíamos porque nos gustaba hacerlo (y lo hacíamos frecuentemente).
A eso de las 3 o 4 de la mañana, cuando ya no quedaba licor y todos estábamos bastante cansados y ebrios (sobre todo ebrios), nos fuimos de la casa donde estábamos reunidos. Encendí mi carro y les di la cola a dos amigas (entre ellas Mary) y un amigo que no tenían como irse a esas horas, primero deje a una de las chicas, luego al amigo y después seguí con Mary. Cuando llegamos cerca de su casa, detuve el carro y nos besamos. Primero suavemente y poco a poco aumentaba la temperatura hasta besarnos apasionadamente durante largo rato, entonces la invite a un hotel y me regalo una bella sonrisa acompañada de un “no”, dijo que estaba muy ebrio y que mejor me fuese a mi casa, que me fuera con mucho cuidado por la carretera.
-“Nos vemos Mañana” dijo guiñándome un ojo. – Luego salió del auto y le dije:
–“Almorzamos mañana”
–Ok. -Respondió y se metió en su casa.
Puse el carro en marcha y me dirigí hacia mi casa, avance unas cuadras y tome la avenida que me llevaba más rápido. Tenía ya bastante sueño y acelere el carro con la intención de llegar a casa pronto, pase una intercepción, después de un rato pase una más y al rato, cuando atravesaba la última intercepción de esa avenida apareció un carro de la nada a mucha velocidad, mi reacción inmediata fue la de pisar el freno pero me di cuenta de que de igual manera lo iba a chocar, entonces trate de maniobrar con el volante y buscar el hombrillo de la carretera para no golpear al otro vehículo. Cuando giré a la derecha casi me salgo de la carretera y comencé a escuchar el sonido del carro sobre el hombrillo e inmediatamente sobre la tierra, entonces perdí el control del vehículo y las ruedas traseras se deslizaron hacia la izquierda describiendo un ángulo de 180 grados aproximadamente. La parte trasera del auto quedo mirando hacia el frente y el carro se me apago quedando parado al lado de la carretera. Inmediatamente mire a ver si veía el carro que se me atravesó, más lo que alcance a ver fue un par de luces que ya iban a unos cuantos metros. El conductor se había fugado del lugar. No había más nadie alrededor, ni una sola alma. Encendí el auto de nuevo y me puse en marcha hacia mi casa.
Uff… de esa me salve por suerte, de verdad me asuste bastante. Con el susto hasta se me paso la borrachera. Mientras más me acercaba a la casa se me iba pasando el susto y comenzaba a pensar en que mi mamá se iba a despertar cuando me oyese llegar y me comenzaría a reclamar a esa hora por haber llegado tarde y tomado (a esa hora es una tortura). Después del suceso el camino a casa transcurrió sin novedades, llegue a casa tranquilo y apague el auto, salí de él, lo cerré y subí a casa.
Abrí la puerta de mi casa con mucho cuidado y muy lentamente, esperando que no sonara el chirrido que suena cuando se abre (¿por qué siempre uno recuerda engrasar las bisagras en estos momentos?). La puerta no sonó al abrirla, entre con mucho cuidado y la cerré con el mismo cuidado, tampoco sonó al cerrarla (¿será que la engraso mi hermano?). Camine hasta mi habitación en total silencio y me acosté a dormir. Mi madre ni siquiera se enteró de que llegué (menos mal).
En la mañana desperté ya tarde, el sol entraba por la ventana y comenzaba a calentar, yo calculo que eran como las 10:00 ó 10:30. Me levante de la cama y me fui a lavar la cara y enjuagarme la boca, también me di un baño para sacarme la resaca. Después de salir del baño mire en todas las habitaciones de la casa y note que no había nadie: ni mi madre, ni mi hermana y tampoco mi hermano. Me vestí y salí de la casa. Baje al garaje y me subo al auto, meto la llave y la giro, más el motor no arranca. Tras varios intentos fallidos abrí el capó para mirar y no vi nada fuera de lo normal, realmente yo no sabía nada de mecánica, no sé ni para que lo abrí.
Volví a cerrar el carro y me fui caminando a la parada del autobús. A pesar de que había bastante gente en la calle no había nadie conocido. En la parada del bus había dos Señoras y un Señor con una niña, luego llegaron dos muchachos y a los momentos llego el autobús. Cuando este se detuvo nos montamos todos y note que el autobús estaba casi vacío, apenas tres personas más de las que nos montamos en la parada.
El bus arranco y siguió la ruta que siempre recorría. Al pasar frente a una parada muy frecuentada noté que estaba una amiga mía esperando otro autobús y como yo iba en el lado de la ventana la saludé a través de ella, mas ella (a pesar de tener la cara como mirando en esa dirección y a pesar de mi insistencia), no me saludo. Tal vez estaba distraída, ¿o será que está molesta conmigo? – Pensé- pero yo no le he hecho nada, ¿quién sabe?, así son las mujeres.
El autobús siguió su camino y yo me quede pensando en la muchacha de la parada. Estuve absorto en ello durante un rato hasta que note que estaba cerca de la parada donde me bajaría del autobús. En ese momento dije en voz alta para que el conductor me escuchara -“En la parada, me hace el favor.” – pero el conductor no me escucho y le dije por segunda vez – “en la parada” – un momento después le dice una Señora que iba en el puesto que estaba detrás del mío – “Me deja donde pueda Señor.” Y el conductor le responde – “Ya la vamos a dejar Señora.”. Yo me levante de mi asiento y camine por el pasillo de aquel autobús, pase frente al conductor y baje las escalerillas, salí de la unidad y ya estando en la acera, después de que el bus ya hubiese arrancado note que no le pagué el pasaje al Señor (bueno, esas cosas suelen suceder).
En el momento que me percate de no haberle pagado el pasaje al conductor se me vino a la mente la imagen del cuasi-accidente con el carro de la noche anterior. Pensé que había tenido suerte y me sonreí con cierto alivio de estar todavía vivo y sano; sabiendo que todavía puedo seguir en mi casa con mi familia; que todavía podría seguir compartiendo con otras personas… un momento… yo no he visto a mi familia desde ayer y… no he compartido con nadie…
Cuando pensé en esto me puse un poco nervioso, recordé películas como “Ghost”, “Sexto sentido” y como “Los Otros”, en estas películas los protagonistas están muertos y no se dan cuenta sino mucho después. ¿Y si yo morí en el accidente de ayer? O por Dios. ¿Y si mi carro todavía está en la avenida donde casi choque? ¿O choque? Tal vez mi mamá y mis hermanos estaban en la morgue identificando mi cadáver, o ye me estarían velando. Por eso no estaban e la casa esta mañana. Y la puerta de mi casa no chirreó ni cuando la abrí ni cuando la cerré.
No puede ser, intente recordar si había saludado a alguien en la mañana y realmente no salude a nadie. No había nadie conocido por donde yo pasé. Un momento, si había, en la parada estaba una amiga mía; pero ella no me saludo, a pesar de mi insistencia, era lógico ¿Cómo me iba a saludar si no me puede ver? ¡Coño!, ¿cómo que estoy muerto? Recordé que cuando en la parada le hice seña al autobús para que se detuviera, también estaban otras personas haciéndole la misma seña. No se paró por mí, no me vio, se paró por los demás que estaban en la parada. Y cuando le pedí al conductor que me dejara en la parada reaccionó como si no me escuchase; e incluso cuando le repetí la petición y la Señora del asiento de atrás tampoco me escucho, por eso el Señor le respondió a ella y a mí no.
Que vaina, pobre de mi madre. Debe estar destrozada, ojalá lo pueda superar pronto. Bueno, ella siempre ha sido una mujer muy fuerte. ¿Y mi cuerpo como habrá quedado? Con razón el otro carro se dio a la fuga. ¿Y mi carro? ¿Será que todavía sirve? Espero que se pueda reparar; en algo le puede ayudar a mi madre.
Está bien, vamos a ver bien que es lo que voy a hacer ahora. Yo no sé estar muerto, pero yo no sé si estoy muerto, coño y si le pregunto a alguien van a pensar que estoy loco o se van a burlar de mí. Ah ya sé, le preguntare la hora a alguien, si me responde está bien. ¿Será a aquella señora gordita que viene allí? Si le voy a preguntar a ella, no ya va, primero me tengo que quitar el reloj. Si no estoy muerto va a pensar que estoy fastidiándola. Me quité el reloj y ahora voy a escoger a otra persona; ¿será aquel muchacho?, no él no tiene reloj, ¿y aquel señor? Ok. Ese sí, ahí viene.
-Sr. Me podría decir la hora por favor.
-…No respondió, coño me morí. Y ahora qué hago, ¿será que tengo que esperar a conocer a otro muerto para que me enseñe como hacer las cosas? ¡Coño! Me preocupa mi mamá y mi familia. Y no tuve hijos, no me case, no escribí un libro, ni sembré un árbol, no hice un carajo; y más nunca tender sexo, ni voy a comer, y no sé qué hacer ahora.
Entonces me detuve y me senté en un banquito que está en una plaza. ¿Qué voy a hacer para que Mary si estoy muerto? Pensé en muchas cosas que no sabía si podría hacer o no: Será que puedo volar, o que puedo transportarme a través de las paredes y eso; Será que puedo levantar cosas y asustar a la gente o ayudarlas; Será que no hay ningún cielo y que me tengo que quedar aquí para siempre; ¿dónde estarán los otros muertos? ¿Cómo sabré yo quienes están muertos y quienes no lo están?
En ese instante siento que alguien me toca la espalda y pensé que algún muerto conocido me reconoció o que tal vez llego un ángel a ayudarme y explicarme que es lo que debería hacer a partir de entonces. En ese instante levanto mi cara y lo miro, entonces me dice:
-Epale Juan, ¿Qué haces allí sentado?
-Nada, solo esperando. – Su cara me parecía tan familiar, como si lo conociera desde
hace años.
-¿Pero qué esperas? Mary te está esperando en la casa.
¡Era el hermano de Mary! ¡No me morí!
-Ah, ¿me está esperando allá?
-Si, ya tiene rato esperándote.
-Ok. Gracias.
Salí corriendo a la casa de Mary, toque a su puerta casi desesperadamente y cuando me abrió la puerta la abrasé y le di un beso tan profundo y tan hermoso como nunca antes. Y aunque ya ha pasado un tiempo todavía me río de mí cuando recuerdo esto.