Cuestión de segundos

Cuestión de segundos

Querido diario…

 

Hoy fue un día sumamente peculiar: mis padres decidieron llevarme de compras al centro comercial luego de salir de clases de piano. Nunca hacen eso; es más, jamás habían promocionado el que me regodeara con prácticas como «salir a comprar ropa» o «pasear en familiar» tan siquiera.

 

Pero, eso no importa; lo que realmente deseo plasmar en estas hojas y que sea recordado en un largo tiempo es la actitud que tomaron mis padres luego de esa salida. Íbamos los tres en el automóvil, mi madre en el asiento del conductor y mi padre de copiloto, leyendo unos versos escritos en una pequeña libreta de color azul que sostenía entre sus manos. Me acerqué desde el asiento trasero hacia la abertura entre ambos y observé el semblante de mi padre. Se veía pálido, de su frente relucían unas míseras gotas de sudor ─a pesar de que el aire acondicionado estuviera en su máxima potencia─ y su mandíbula se tensaba cada que terminaba de ojear una página. Mi madre por su lado, estaba tranquila y apacible, con la mirada fija en la carretera y alrededores. No lo sé, comúnmente los papeles son, al contrario; mi madre nerviosa y mi padre calmado.

 

Tampoco es que supiera exactamente hacia dónde nos dirigíamos. Eran las 18:05 p.m. cuando el automóvil dio un giro en “U” apresurado. Con este evento repentino mi cuerpo fue lanzado hacia el lado derecho del asiento trasero, chocando mi brazo derecho con la puerta. De pronto, sentí cómo comenzamos a acelerar, aumentando cada vez más la velocidad. Veía los autos pasar rápidamente del lado izquierdo, mientras que a mi derecha solo podía divisar un escenario parecido a un bosque. Sin que me diera cuenta, ya habíamos salido de la ciudad; sin embargo, mi madre por alguna razón cambió de dirección. Nuevamente, extraño; comúnmente es ella quien reprime a mi padre por tomar decisiones precipitadas sin antes consultar con los presentes en el auto.

 

No obstante, todo lo anterior no se compara a lo que estaba por ocurrirnos… Sigo sin entender por qué lo hicieron, qué los llevó a cometer ese acto…

 

Luego del golpe por el giro, me coloqué detrás del asiento del piloto. Pude distinguir entre la abertura central entre ambos asientos, una gandola de al parecer, gasolina. No me sorprendí del todo ya que, después de analizar dónde podríamos encontrarnos, recordé que la zona era famosa por el transporte de camiones gigantescos y gandolas, como aquella.

 

… Madre… Padre… ¿por qué?

 

Solo recuerdo presenciar el cuerpo de mi madre echándose hacia atrás, al mismo tiempo que las manos de la misma giraban el volante hacia la izquierda. Un pitido y una conmoción. Un dolor agudo en mis piernas y algo húmedo recorrer mi cuero cabelludo. Gritos de auxilio emitidos por voces externas a mis progenitores.

 

Ahora me encuentro en el hospital, postrada en una camilla. No siento absolutamente nada de la cadera para abajo; un doctor estuvo aproximadamente diez minutos pinchando mis muslos en busca de alguna reacción, en vano. 




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